REPÚBLICA BOLIVARIANA
DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD “RÓMULO GALLEGOS”
Área de Postgrado
Doctorado en Ciencias
de la Educación
San Juan
de los Morros – Estado Guárico
PENSAMIENTO LATINOAMERICANO Y CARIBEÑO
Doctorantes:
Eufreddys
Jiménez
Edilia
Coll
Maria
Elena Quevedo
Puerto Ordaz, Noviembre del 2012.
PENSAMIENTO LATINOAMERICANO Y CARIBEÑO
La América Latina de hoy se precia de haber superado
sus años de dictaduras militares y de guerras civiles, para adentrarse en una
oleada de democratización. Cada país, hoy en día henchido de democracia,
reivindica, mediante otra oleada, esta vez de nuevas constituciones, el Estado
social de derecho. Y cada país habla de minorías, género y equidad. Pero esas
tres expresiones (democracia, Estado social y equidad) aparecen poco en la
realidad de las personas.
La búsqueda
de consensos resulta un tema recurrente
en los medios masivos de comunicación, generalmente en manos de sectores
conservadores, alineados con lo que podríamos llamar en nuestro ámbito como una
bioética-del-consenso social, concomitante con una política bioética dirigida a
conciliar intereses dentro del statu quo
social, obviando contradicciones sociales insalvables.
La Bioética Latinoamericana y Caribeña, desde hace
años, ha planteado un ámbito propicio
para el debate clarificador de las exigencias y luchas populares, vinculadas
sobre todo al cumplimiento de los derechos humanos con los que se halla
claramente comprometido desde su inicio.
La mayoría de los autores que se han ocupado del
tema coinciden que la investigación en seres humanos registra un pasado
tortuoso (Brussino, 2008), lleno de crueldad y sufrimiento para con los sujetos
investigados. Estos hechos en gran medida dieron lugar al desarrollo de
códigos, normas y leyes con el fin de regular esta actividad y defender los
intereses y derechos de los sujetos que participan en las investigaciones.
En Venezuela, algunos de los lineamientos de estas
reglamentaciones para la investigación en seres humanos se incorporaron al
promulgarse la Ley del Ejercicio de la Medicina en 1982 y el Código de
Deontología Médica de 1985. En ambos se destaca la obligatoriedad del
consentimiento informado, la minimización de riesgos tanto en enfermos como en
sanos y en el Código se destacan normas para poblaciones vulnerables, el uso
del placebo y la revisión ética de los protocolos. En Venezuela, los comités de
bioética de la investigación empezaron a funcionar en algunas instituciones a
partir de 1995 (Schmidt, 2007). En el 2003, se aprobó el nuevo Código de
Deontología Médica que incluye además de lo anterior, aspectos tales como, la
investigación del genoma humano, pruebas genéticas predictivas y el uso de
animales de experimentación (Código de Deontología Médica, 2003).
Si bien los principios éticos de respeto a las
personas, beneficencia, no maleficencia y justicia son logros de la
autoconciencia de la humanidad, adolecen de la falta de un marco de referencia
histórico y contextual que permita comprender cabalmente su significado, cuáles
son sus jerarquías relativas y las situaciones donde éstos entran en conflicto.
Es por ello, que se ha señalado que debe haber en ética un núcleo innegociable
que no admita excepciones.
Así se pueden considerar las reflexiones de José Martí, sus
juicios sobre la salud, con lo cual se evidencia su visión del fenómeno
desde una perspectiva global, totalizadora en sus múltiples interacciones; por
eso, al referirse a la problemática formula asertos actuales sobre la importancia
de la higiene, la prevención, los ejercicios físicos, la alimentación natural;
también sobre los nuevos fármacos, que aún no eran tantos en aquella época.
Resalta el papel del médico como agente moral,
cargado de subjetividad, de gran eticidad, en función del bien del enfermo;
esto último no es nuevo, pues predominaba aún el viejo paternalismo hipocrático
en las relaciones médico-enfermo, y todavía
la autonomía no había trascendido de lo político al dominio del cuerpo
ante el médico, y las relaciones eran muy asimétricas.
También, siguiendo el razonamiento que venimos
sustentando, son afines las reflexiones del Maestro acerca de las consecuencias
del desarrollo industrial (el industrialismo) que ya se veía en los EE. UU., y sus efectos
para el hombre, la naturaleza y el futuro; por ello algunos autores han señalado su cercanía al pensamiento
ambientalista actual y a la bioética, en su vertiente global sustentable. Estas
reflexiones se evidencian cuando señala: “La tierra es perpetua, siendo las
fuerzas que a vivir en la tierra se apliquen. (…) Nada pone la industria
extractora en el lugar de lo que arranca” (Martí, Tomo 6, 1975:268).
Culpa por la depredación del bosque a la “tala
indiscriminada de los especuladores” (Martí, Tomo 8, 1975:302) evidenciando con
ello el aspecto cultural y ético del problema, del hombre dominador sobre los
demás y sobre la naturaleza.
Algunas de las
principales propuestas de esta orientación de la Bioética en la región que
podemos referenciar está la planteada por los expertos en bioética y
los profesionales de la salud y las ciencias humanas y sociales, de organismos
gubernamentales y no gubernamentales, de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia,
Cuba, Chile, República Dominicana, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela,
quienes en el 2004 refrendaron la Carta de Buenos Aires sobre Bioética y
Derechos Humanos (Keyeux, Penschaszadeh, Saada, 2006:334), en la que se plasman
las preocupaciones bioéticas en la región, el aspecto crítico que la anima, así
como los valores que promueven: solidaridad,
respeto, responsabilidad, justicia, que se le reclama no sólo al
individuo, sino al Estado como voluntad política de hacer, de cambiar.
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