martes, 4 de diciembre de 2012

PENSAMINETO LATINOAMERICANO Y CARIBEÑO



REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD  “RÓMULO GALLEGOS”
Área de Postgrado
Doctorado en  Ciencias  de la Educación
San  Juan   de los  Morros – Estado  Guárico





PENSAMIENTO  LATINOAMERICANO Y CARIBEÑO





Doctorantes:
Eufreddys  Jiménez
Edilia  Coll
Maria  Elena Quevedo




Puerto Ordaz,  Noviembre del 2012.


PENSAMIENTO  LATINOAMERICANO  Y CARIBEÑO
La América Latina de hoy se precia de haber superado sus años de dictaduras militares y de guerras civiles, para adentrarse en una oleada de democratización. Cada país, hoy en día henchido de democracia, reivindica, mediante otra oleada, esta vez de nuevas constituciones, el Estado social de derecho. Y cada país habla de minorías, género y equidad. Pero esas tres expresiones (democracia, Estado social y equidad) aparecen poco en la realidad de las personas.
La  búsqueda de consensos  resulta un tema recurrente en los medios masivos de comunicación, generalmente en manos de sectores conservadores, alineados con lo que podríamos llamar en nuestro ámbito como una bioética-del-consenso social, concomitante con una política bioética dirigida a conciliar intereses dentro del  statu quo social, obviando contradicciones sociales insalvables.
La Bioética Latinoamericana y Caribeña, desde hace años, ha planteado  un ámbito propicio para el debate clarificador de las exigencias y luchas populares, vinculadas sobre todo al cumplimiento de los derechos humanos con los que se halla claramente comprometido desde su inicio. 
La mayoría de los autores que se han ocupado del tema coinciden que la investigación en seres humanos registra un pasado tortuoso (Brussino, 2008), lleno de crueldad y sufrimiento para con los sujetos investigados. Estos hechos en gran medida dieron lugar al desarrollo de códigos, normas y leyes con el fin de regular esta actividad y defender los intereses y derechos de los sujetos que participan en las investigaciones.
En Venezuela, algunos de los lineamientos de estas reglamentaciones para la investigación en seres humanos se incorporaron al promulgarse la Ley del Ejercicio de la Medicina en 1982 y el Código de Deontología Médica de 1985. En ambos se destaca la obligatoriedad del consentimiento informado, la minimización de riesgos tanto en enfermos como en sanos y en el Código se destacan normas para poblaciones vulnerables, el uso del placebo y la revisión ética de los protocolos. En Venezuela, los comités de bioética de la investigación empezaron a funcionar en algunas instituciones a partir de 1995 (Schmidt, 2007). En el 2003, se aprobó el nuevo Código de Deontología Médica que incluye además de lo anterior, aspectos tales como, la investigación del genoma humano, pruebas genéticas predictivas y el uso de animales de experimentación (Código de Deontología Médica, 2003).
Si bien los principios éticos de respeto a las personas, beneficencia, no maleficencia y justicia son logros de la autoconciencia de la humanidad, adolecen de la falta de un marco de referencia histórico y contextual que permita comprender cabalmente su significado, cuáles son sus jerarquías relativas y las situaciones donde éstos entran en conflicto. Es por ello, que se ha señalado que debe haber en ética un núcleo innegociable que no admita excepciones.
Así se pueden considerar las reflexiones de  José Martí,  sus  juicios sobre la salud, con lo cual se evidencia su visión del fenómeno desde una perspectiva global, totalizadora en sus múltiples interacciones; por eso, al referirse a la problemática formula asertos actuales sobre la importancia de la higiene, la prevención, los ejercicios físicos, la alimentación natural; también sobre los nuevos fármacos, que aún no eran tantos en  aquella época.
Resalta el papel del médico como agente moral, cargado de subjetividad, de gran eticidad, en función del bien del enfermo; esto último no es nuevo, pues predominaba aún el viejo paternalismo hipocrático en las relaciones médico-enfermo, y todavía  la autonomía no había trascendido de lo político al dominio del cuerpo ante el médico, y las relaciones eran muy asimétricas.
También, siguiendo el razonamiento que venimos sustentando, son afines las reflexiones del Maestro acerca de las consecuencias del desarrollo industrial (el industrialismo)   que ya se veía en los EE. UU., y sus efectos para el hombre, la naturaleza y el futuro; por ello algunos autores  han señalado su cercanía al pensamiento ambientalista actual y a la bioética, en su vertiente global sustentable. Estas reflexiones se evidencian cuando señala: “La tierra es perpetua, siendo las fuerzas que a vivir en la tierra se apliquen. (…) Nada pone la industria extractora en el lugar de lo que arranca” (Martí, Tomo 6, 1975:268).
Culpa por la depredación del bosque a la “tala indiscriminada de los especuladores” (Martí, Tomo 8, 1975:302) evidenciando con ello el aspecto cultural y ético del problema, del hombre dominador sobre los demás y sobre la naturaleza.
Algunas de las principales propuestas de esta orientación de la Bioética en la región que podemos referenciar  está  la planteada por los expertos en bioética y los profesionales de la salud y las ciencias humanas y sociales, de organismos gubernamentales y no gubernamentales, de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, República Dominicana, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela, quienes en el 2004 refrendaron la Carta de Buenos Aires sobre Bioética y Derechos Humanos (Keyeux, Penschaszadeh, Saada, 2006:334), en la que se plasman las preocupaciones bioéticas en la región, el aspecto crítico que la anima, así como los valores que promueven: solidaridad,  respeto, responsabilidad, justicia, que se le reclama no sólo al individuo, sino al Estado como voluntad política de hacer, de cambiar.









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