REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS
LLANOS CENTRALES“RÓMULO GALLEGOS”
DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
PUERTO ORDAZ
LA CONCIENCIA Y SU DERIVACIÓN
EN EL MUNDO DE LA VIDA
Participantes:
Hernández
Yulitza C.I. 12892213
La Verde
Amarelis C.I. 10394022
Lugo Blanca
C.I. 5778473
Ciudad Guayana,
noviembre de 2.012
La conciencia es el conocimiento que
tenemos de nosotros mismos y del mundo exterior, es el rasgo distintivo de la
vida mental, lo que nos permite darnos cuenta de lo que ocurre y permanecer
alerta ante la realidad. Es el resultado de la acción simultánea de una amplia
serie de fenómenos psíquicos. Se basa en una facultad de percepción que extrae
directamente información del mundo exterior a través de los sentidos, e
indirectamente a través de los recuerdos almacenados en la memoria.
Cuando los elementos que componen la
conciencia funcionan de modo adecuado, el individuo tiene una percepción y una
valoración nítidas de sí mismo, de los demás y de las cosas que le rodean:
dicho de otra forma, su conciencia está lúcida. Lucidez y claridad son
sinónimos que se utilizan en psiquiatría para definir la situación normal de la
conciencia. El mundo de la vida es aquel en el que lo esencial no viene dado
por las relaciones exterior-causales que se dan entre los objetos, sino por la
significatividad humana que conforma nuestro primer y primordial contacto con
la realidad. Es decir, el mundo de la vida es el mundo del significado, del
sentido, aquello que constituye propiamente nuestro cosmos y nos es dado, en
primera instancia, como un regalo por nuestros antepasados.
El mundo de la vida ha sido descuidado,
pisoteado, reducido a su mínima expresión por el positivismo científico, porque
al cosificar al hombre, entonces ya no importa cómo ser ni lo que sea ni lleve
por dentro, es decir, su subjetividad; sino que importa más como un objeto, un
ser inerte que está para que se haga con él lo que se quiera, o sea, para
dominarlo y manipularlo.
Estas consideraciones nos llevan a
establecer como la conciencia puede ser simplemente vivida, puede ser
logificada o puede ser estrictamente asumida; es decir, como el último de los
niveles en los cuales el sujeto puede encontrar la conciencia en cuanto autoconciencia,
implica una ética, entendiendo que esta es, prácticamente, la forma superior de
comprensión del ser humano en el mundo, pues el sujeto está preocupado
primeramente de las objetividades del mundo y de él como objetividad en el
mundo; posteriormente llega a hacerse preguntas de orden
lógico-epistemológicas, cuando trata de ver como el mundo se le da en el
conocimiento; solo un tercer giro, del pensamiento o e su proceso de desarrollo
de la comprensión del mundo, aparece la necesidad de preguntarse por la
relación de él, como sujeto del mundo, en medio de una comunidad de sujetos con
los cuales está construyendo una historia, con sentido de la vida.
En los procesos de interpretación participa
la conciencia intencional y se activa el propio pensamiento, es decir, cuando
procedemos a conocer ese mundo nuestra conciencia se dirige a él y construye
una representación del mundo, para lo cual es indispensable la intervención de
nuestro pensamiento y la recurrencia a nuestro acervo de conocimiento. Por su
parte, las interpretaciones y el propio conocimiento del mundo natural vienen a
comprometer un cúmulo de conocimientos, de experiencias y de vivencias que
históricamente han vivido los actores que hoy ya no están con nosotros. Todas
esas experiencias han sido comunicadas por nuestros antepasados.
Cada transmisión del conocimiento es
portadora de procesos que integran situaciones que, a su vez, también han sido
integradas por Otros. Nosotros mismos realizamos, permanentemente,
integraciones de vivencias ocurridas en situaciones y en momentos diferentes.
Sin embargo, estas vivencias, por independientemente que hayan ocurrido las
unas de las otras en la vida cotidiana, todas han sido integradas y
articuladas; o sea, a las vivencias les hemos dado una coherencia y una unidad
que comprometen la participación de nuestro pensamiento. Las vivencias pueden
ser transmitidas a nuestros semejantes actuales y, también, a quienes
conformarán las generaciones venideras.
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